Eso que no decimos

Llevo unos días de silencio virtual, el lunes iba a escribir el artículo del blog, y cuando lo tenía a medias me autocensuré. Tanto es así, que no fui capaz de escribir nada más, supongo que una parte de mí decidió que si no podía hablar de lo que quería, no le apetecía hablar de nada. El tema que era y la razón de autocensurarse, ahora no vienen al caso, pero la cuestión es que me hice consciente de la importancia de este acto, la autocensura, y cómo nos puede llegar a pasar factura , en este caso no ha sido nada con mucho más relevancia que 3 días de silencio en las redes, pero y ¿en otros ámbitos?

¿Qué pasa cuando la autocensura nos la empezamos a aplicar de manera demasiado regular en demasiados aspectos de nuestra vida? ¿Cuando el miedo a la opinión de los demás nos puede tanto que no sólo autocensuramos lo que decimos, sino lo que hacemos? ¿Cuando no nos sentimos capaces de participar en una reunión de trabajo? ¿Cuando lo que sentimos no será bien visto nos lo callamos? ¿Cuando algo nos molesta pero nos la callamos, por no ‘generar un conflicto? ¿Cuando el silencio se instaura casi como modo de comunicación?

Pues contrariamente a lo que muchas veces quisiéramos o esperaríamos con este silencio, aunque no hablamos de las cosas siguen existiendo, y siguen teniendo la potestad de hacernos daño y de afectarnos, sólo que si no les damos salida evidente, acaban encontrando otras maneras de salir, modos inseperades, modos que no controlamos, dolores, malestares, olvidos, arrebatos … lo que no decimos no desaparece, sólo trabaja a escondidas y hace de las suyas, y , como lo hace a escondidas a veces cuesta darse cuenta de dónde vienen esas reacciones.

Es precisamente cuando lo ponemos de manifiesto, cuando lo podemos verbalizar, cuando nos damos permiso para escuchar cómo nos sentimos, que podemos empezar a trabajar, cuando nos podemos entender y cuando podemos empezar a tomar decisiones sobre cómo queremos que sea nuestra vida, y esto es también un paso importante. No quiere decir que sea un paso fácil, no significa que se haga en un santiamén, ni que por el camino no sentimos cosas que se remueven y que tal vez hacen daño, y por eso muchas veces es recomendable hacerlo con un buen acompañamiento profesional, pero verdaderamente vale la pena.

Cuidémonos!